Historias Chinescas 1
Este texto fue escrito el 3 de Abril 2006. Y es el primero en una seguidilla de "Historias Chinescas".
No lo había podido publicar antes, porque estaba en mi laptop y ahí no tengo Internet.
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Por donde empiezo, fueron diez días de continuos choques culturales. Pensé que luego de vivir en UK iba a estar curado, no podría haber estado más equivocado...
Aterrizar en Shangai, tomarme el micro y no poder explicarle a la mujer que cobraba los tickets fue mi primer obstáculo. Por suerte me ayudó un canadiense-chino, sentado a mi lado, pero con mucha mala onda. Bajo en la segunda parada y me encuentro solo, rodeado de chinos, al costado de la ruta en el medio de la nada. Para que se den una idea, es como que un congolés se bajara en Panamericana y ruta 197 (cerca de Los Polvorines), ahí en el Km. 35½ donde se puede encuentra la parada ilegal de autobuses de larga distancia. Decí que por lo menos el congolés se va a topar con la estación de servicio atendida por unas chicas con unos cuerpos increíbles (todo justificado como táctica de marketing para atraer clientes por supuesto). Que suerte la del negro!
En mi caso, no había nada. Un poco desorientado, miro a los lados y veo un cartel enorme que decía “Metro” y pensé: “estoy salvado, encontré el bendito subte!”. Otra vez estaba confundidísimo. El único medio de transporte que tenían en el establecimiento eran los changuitos para cargar la comida de la góndola a la caja registradora. Era un supermercado y la verdad, hambre no tenía.
Decido cruzar la carretera por el punte peatonal donde me quisieron vender hasta espejitos de colores. A lo lejos diviso una caseta policial pensando en que ahí me iban a indicar hacia donde ir… pensándolo un poco mas, preferí pasarla de largo, no vaya a ser que me arrestaran por alguna gansada de las mías. Medio de incógnito evitando la seguridad del lugar, entre cerré los ojos para pasar desapercibido. No me equivoque, esta vez, y al doblar una esquina encontré la boca de entrada.
Luego de un corto viaje en subte, bajo en la estación central y noto que las indicaciones para llegar al hostal se terminan. Supuse que al salir a la calle vería un cartel o el hostal mismo… nuevamente estaba perdido. Así que en mi desesperación (no es verdad, pero como que le da un poco de tensión a la historia, estaba tranquilo pero perdido al fin), entre a un local, igualito a esos del “eleven”, a preguntar.
Aterrizar en Shangai, tomarme el micro y no poder explicarle a la mujer que cobraba los tickets fue mi primer obstáculo. Por suerte me ayudó un canadiense-chino, sentado a mi lado, pero con mucha mala onda. Bajo en la segunda parada y me encuentro solo, rodeado de chinos, al costado de la ruta en el medio de la nada. Para que se den una idea, es como que un congolés se bajara en Panamericana y ruta 197 (cerca de Los Polvorines), ahí en el Km. 35½ donde se puede encuentra la parada ilegal de autobuses de larga distancia. Decí que por lo menos el congolés se va a topar con la estación de servicio atendida por unas chicas con unos cuerpos increíbles (todo justificado como táctica de marketing para atraer clientes por supuesto). Que suerte la del negro!
En mi caso, no había nada. Un poco desorientado, miro a los lados y veo un cartel enorme que decía “Metro” y pensé: “estoy salvado, encontré el bendito subte!”. Otra vez estaba confundidísimo. El único medio de transporte que tenían en el establecimiento eran los changuitos para cargar la comida de la góndola a la caja registradora. Era un supermercado y la verdad, hambre no tenía.
Decido cruzar la carretera por el punte peatonal donde me quisieron vender hasta espejitos de colores. A lo lejos diviso una caseta policial pensando en que ahí me iban a indicar hacia donde ir… pensándolo un poco mas, preferí pasarla de largo, no vaya a ser que me arrestaran por alguna gansada de las mías. Medio de incógnito evitando la seguridad del lugar, entre cerré los ojos para pasar desapercibido. No me equivoque, esta vez, y al doblar una esquina encontré la boca de entrada.
Luego de un corto viaje en subte, bajo en la estación central y noto que las indicaciones para llegar al hostal se terminan. Supuse que al salir a la calle vería un cartel o el hostal mismo… nuevamente estaba perdido. Así que en mi desesperación (no es verdad, pero como que le da un poco de tensión a la historia, estaba tranquilo pero perdido al fin), entre a un local, igualito a esos del “eleven”, a preguntar.
En un momento de confusión, mucho gesto y palabrerío sin sentido de ambas partes, el dueño del local comprendió que estaba buscando el hostal, pero que hostal… Entonces el hombre se paró, se puso un saco, le dijo algo a su mujer, encendió un cigarrillo y me dio a entender que lo siguiera.
En el camino nos pusimos a charlar como íntimos e intercambiamos opiniones sobre religión, el clima, Argentina, Maradona, Batistuta y temas varios, que mi limitación en el idioma Chino Mandarín, me impidieron entender del todo. En eso el chino interrumpe, creo, el debate sobre la política exterior americana y me avisa que el hostal se encontraba 20 metros más adelante. El hombre muy honesto, luego de haberme acompañado por cuatro o cinco cuadras, me saludó, encendió otro cigarrillo y emprendió su retirada en silencio.
La desorganización en la China es generalizada, mi reserva nunca había llegado de la agencia. De todas formas, no me hicieron mucho problema, tenía el voucher y si estaba la papeleta, estaba todo en orden. De ultima no me hacia mucho problema, por noche me cobraban $4 dólares (se acuerdan de mi queja en este post?). La habitación estaba muy buena, tenia hasta airea acondicionado, pero le faltaban las ventanas…
En mi primera noche compartí la habitación con un yanqui que me dio charla mientras él acomodaba sus cosas. Yo estaba realmente cansado, entre el largo viaje y los cambios de hora no daba más! En una de esas siento que algo cae, violentamente, sobre mis pies. Y pienso: “Será boludo este americano, no me ve que estoy cansado? Qué hace poniendo cosas en mi cama con todo el lugar que hay, qué le pasa? Me levanto, estoy a punto de acomodarle un par de ideas y miro que sobre mis pies tengo un gato negro de lo más pancho. No lo podía creer!
Esas fueron mis primeras horas en la China…
La desorganización en la China es generalizada, mi reserva nunca había llegado de la agencia. De todas formas, no me hicieron mucho problema, tenía el voucher y si estaba la papeleta, estaba todo en orden. De ultima no me hacia mucho problema, por noche me cobraban $4 dólares (se acuerdan de mi queja en este post?). La habitación estaba muy buena, tenia hasta airea acondicionado, pero le faltaban las ventanas…
En mi primera noche compartí la habitación con un yanqui que me dio charla mientras él acomodaba sus cosas. Yo estaba realmente cansado, entre el largo viaje y los cambios de hora no daba más! En una de esas siento que algo cae, violentamente, sobre mis pies. Y pienso: “Será boludo este americano, no me ve que estoy cansado? Qué hace poniendo cosas en mi cama con todo el lugar que hay, qué le pasa? Me levanto, estoy a punto de acomodarle un par de ideas y miro que sobre mis pies tengo un gato negro de lo más pancho. No lo podía creer!
Esas fueron mis primeras horas en la China…