Como veo que este tipo de relatos atrae audiencia paso a contarles mí primer cita en mí vida.
Tenía unos 18 años, me acuerdo porque la pase a buscar por su casa del barrio de Belgrano C. Me quedaba súper cómodo, unos 15 minutos de casa, prácticamente todo derecho en dirección al Bajo por la calle Sucre. La había conocido en una fiesta cerca de los lagos de Palermo, era la amiga de una amiga con la que hacia artes marciales. La noche de la fiesta pintaba ser un garrón, me tuve que tomar el 168 a San Isidro que tardaba una eternidad, para luego volverme a capital. Lo bueno que en el viaje ya había entrado en calor y me había bajado varias cervezas. Para cuando llegue a la fiesta y la vi estaba con todas las pilas.
Estuvimos hablando un rato y logre robarle un beso. Medio como que ella no sabia si sacarme la cara o dejarla. Fue muy torpe e incomodo, pero enseguida la arregle. De la manga la invite a salir, como para hacer bien las cosas.
En ese grupo de chicos y chicas que practicábamos artes marciales, yo era 'el pendex'. Así que los días previos a la cita me comían la cabeza y mataba a preguntas a los 'más' experimentados. Me habrán tirado los mil y un consejos, los cuales al tocar el timbre de la calle 3 de Febrero se borraron instantáneamente. Bajo, le abrí la puerta del auto y encaramos para el bar.
Fuimos a Coopers cerca de la cancha de River, lo elegí gracias a Martín. El si que la tenía clara con esto de las citas. Fue uno de los primeros que conocí en usar el ICQ y chamuyar por internet. Se pasaba unas fotos, las invitaba a salir y las llevaba siempre a Coopers. No se si estará todavía ahí, pero era un lugar tranquilo en el cual siempre encontrabas lugar para sentarte y la música no estaba tan fuerte como para estar gritando.
Yo estaba nerviosísimo, no sabia como ocultar el temblequeo de mis manos, las rodillas no me funcionaba y la lengua se me hacia un nudo cada dos por tres. Eso si, algo que siempre tuve a mi favor y todavía lo tengo es lo que bien que puedo ocultar esa angustia, clavar la sonrisa y continuar la charla sin problemas. Por dentro ese sentimiento me devora, por fuera estoy como la Mona Lisa. Desde ya que ahora voy mucho mas relajado, pero no niego que de vez en cuando me pasa al menos por unos 10 – 20 minutos en los cual tengo ocultar lo que verdaderamente me está pasando en ese instante.
Cometí el error de elegir una mesa de esas de McDonalds en la cual entran cuatro personas, son fijas y están pegadas contra la pared. Cuando nos sentamos, uno de cada lado, la tenia a diez mil kilómetros de distancia! Había un abismo separándonos y me las iba a tener que ingeniar para sortear el obstáculo. En esa época no pensaba en si iba a tener suerte o no esa noche. Estaba tan sumergido en mi agonía que ni siquiera consideraba esa opción. Tener suerte significaba que ella no saliera corriendo y si las cosas salían bien que al menos me diera un beso.
Luego de charlar de un popurrí de temas, las ansias de querer acercarme crecían segundo a segundo. Recuerdo que habían unos televisores, frente a mi estaban pasando video clips de música y a mis espaldas el programa Mar de Fondo. Ya debían ser pasadas la media noche, porque el programa de Fantino estaba a esa hora. Yo era muy fanático y era difícil que me perdiera uno de sus shows.
Resultó que a ella también le gustaba mucho y compartíamos esa 'pasión'. Y así de la galera le dije: 'No es justo, yo no lo puedo ver desde acá. Me puedo pasar al otro lado?'
Así, de la nada, estaba del otro lado con un pie adentro. Continuamos hablando trivialidades hasta que me di cuenta del gran logro: Había cruzado el abismo. Estaba del otro lado sentado junto a ella y no se había ido corriendo... todavía. Quedó acorralada contra la pared y se venía el momento, no quedaba otra. Decí que dudé más de la cuenta y se fue al baño
Cuando volvió me di cuenta de lo que estaba pasando. Yo estaba con toda la confianza y la ceguera causada por lo que estaba pasando en mi cabeza se había desvanecido. Ahora ví claramente y noté que ella estaba igual o más nerviosa que yo! Sin vueltas la agarré y nos besamos.
El resto es historia...